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Empezar a educar. Normas y limites para el niño/a.

Los límites son necesarios para el crecimiento del niño. Les protegen y les enseñan a frustrarse, con lo que aprenden que no todo se consigue ni todo se puede hacer porque hay cosas que no son correctas. Sin embargo los niños no nacen con un código de normas bajo el brazo que les dicte la forma de comportarse en este mundo al que acaban de llegar. El aprendizaje de estas reglas pasa necesariamente por la obediencia a una autoridad. Para esto los primeros años de la vida de un niño son fundamentales


Antes de los 12 meses las normas giran en torno al sueño, la comida, el peligro y el establecimiento de rutinas positivas. Las primeras limitaciones están muy relacionadas con las situaciones de riesgo. En esta etapa se impone una función protectora.

A partir del primer año
Las características del niño en esta edad son la curiosidad, la tenacidad, el atrevimiento, la actividad y la exigencia, entre otras. Ante lo cual debemos saber que:

Hacia el año y medio ya tiene capacidad para entender razonamientos sencillos.Es por lo tanto el momento de explicarles el porqué de las normas.

Desde los 18 meses empieza a conocer y a utilizar el “no”.Responden con una negativa a todo lo que se les dice. Sin embargo no debemos confundir esta actitud con la desobediencia. Está poniendo a prueba su personalidad y ya siente que es alguien independiente. Es necesario, por lo tanto que experimente por sí mismo, pero no sin dejar de inculcarle la obediencia. Ante ello tus mejores actitudes son:
- Firmeza: lo que se dice, se cumple.
- Razonamiento: explicarle el porqué. Insistiendo siempre en lo concreto, ya que los niños de esta edad no entienden los planteamientos abstractos. La mejor forma es razonar a través de las consecuencias; pero siempre han de partir de su experiencia, porque no saben prescindir de ella.

Inculcar modales

Todo niño está capacitado para adquirir modales y reglas de conducta siempre y cuando sean apropiadas a su edad. Por supuesto que no puedes esperar que un bebé de 18 meses se comporte perfectamente las 24 horas del día, pero sí puedes instruirles buena educación desde muy temprano, de modo que puedas ir asentando los cimientos para unas positivas relaciones interpersonales. Te mostramos cómo puedes hacerlo:

Los bebés y niños menores de 18 meses pueden empezar comprendiendo las reglas básicas de la educación. Probablemente no entenderán totalmente lo que les estás enseñando pero puedes empezar llevando a cabo lo siguiente:

Ponle ejemplos concretos

Considerar los sentimientos de los demás es la raíz de la buena educación. Puedes explicarle a tu hijo que cuando ayudas, por ejemplo, al vecino a buscar las llaves que se le han perdido, él se sentirá bien y tú también. Muéstrale también lo educadas que son las personas que tenéis alrededor: la cajera en el súper al saludar y dar las gracias. El vendedor de periódicos al decir “buenos días” y hacerle una carantoña, etc. Poco a poco irá empapándose de estos valores sin darse cuenta.

Ten en cuenta su carácter

Hay niños que cuando empiezan a balbucear sus primeras palabras disfrutan saludando a todo aquel que pase por su camino, otros por el contrario, son más reacios a mostrarse cariñosos o simplemente son más tímidos. Debes tener presente la personalidad de tu hijo y si no se siente cómodo siendo el centro de atención, quizá exprese su agradecimiento susurrando cabizbajo un gracias. Lo importante es que haya captado el mensaje.

En la mesa

Los niños menores de 1 año aún no tienen la habilidad de poner en práctica todas las normas de etiqueta en la mesa. Así que al principio no seas demasiado exigente. Comienza enseñándole una sola norma y repítela a menudo. Por ejemplo: “Cuando comemos lo hacemos sentados a la mesa”. Cuando la haya aprendido introduce nuevas reglas de una en una.

Redacción: Lola García-Amado

Publicat a : http://www.todopapas.com/





Cómo y cuándo decirle a nuestros hijos que son adoptados.

Muchos padres que han tomado la decisión de adoptar un hijo sienten gran incertidumbre y angustia por no saber a qué edad y de qué manera le deben contar que es adoptado.


Algunos, consideran que el no decirle la verdad, evitará sufrimiento e inseguridades en él, dicha opción no debe ser tomada en cuenta como una alternativa viable ya que siempre se le debe decir a un niño su verdadero origen.

Todo ser humano tiene y posee este derecho y, por ende, debe conocer su historia por más dura que sea.

Al no decirle a su hijo la verdad, la vida familiar empezaría y se convertiría en una mentira. Por otro lado, es muy probable que en algún momento dado, toda criatura se entere de que es adoptada. Descubrir semejante mentira, produce desconfianza en los niños y genera muchos problemas en cuanto al desarrollo de la identidad y de las relaciones familiares de este.

Al ocultar un hecho de esta magnitud, estamos transmitiéndole a nuestros hijos un enfoque negativo e inadecuado sobre lo que es la adopción.

Nadie puede culpar a un niño si llega a pensar que ser adoptado es algo humillante e inadecuado cuando sus padres no se lo han contado. ¿Por qué no me lo habrán dicho?

Este interrogante, se plasma en el menor una y otra vez, hasta dañar las relaciones familiares y la expresión de sentimientos genuinos.

Un gran número de especialistas, considera que se le debe decir al niño su verdadero origen cuanto antes.

La edad más recomendada es entorno a los dos años. A pesar de que es importante informar al niño a muy temprana edad, es esencial tener en cuenta de que para ese momento el niño no entenderá el significado de la palabra adopción.

A lo largo de los años, el pequeño irá entendiendo el concepto. A continuación, expondré como cada niño reacciona ante el tema de la adopción de acuerdo con su edad y etapa de desarrollo.

Etapa “Periodo Preescolar”. Comprendida entre los 2 ó 3 hasta los 6 años, aproximadamente.

En esta etapa, los niños no entienden el concepto de adopción. No saben qué significa ser adoptado y por lo tanto no existe sentimiento de pérdida. El niño repite literalmente la historia que le han contado -‘Yo soy adoptado’, ‘Yo estuve en la barriguita de otra mujer’, ‘Yo estaba en un hospital y mis papás me recogieron’, ‘mis papás fueron a buscarme a China, vine en avión’- y la mezcla con otras fantasías.

Dicho periodo, considera la adopción como algo positivo. Los niños se sienten especiales y ven que otros niños no lo son y como no entienden el significado, se consideran únicos y privilegiados. Es común que los niños repitan una y otra vez la historia que le han contado en casa; ya sea a la maestra, a los compañeros de clase, a los amigos e incluso a las personas desconocidas...

Este aspecto, es algo positivo que ayuda a familiarizarse con el tema.

Etapa: Periodo de la Enseñanza Primaria. Comprende de los 6 ó 7 hasta los 11 años aproximadamente.

El niño en esta edad empieza a comprender el sentido de ser adoptado. Concibe la adopción no solo en términos de construcción de una familia, sino también en términos de pérdida para otra. Comienza a asimilar que pueden existir dos madres diferentes. Cobra relevancia el término abandono.

Hacia los ocho años es normal que un gran número de niños muestre ambivalencia ante el hecho de ser adoptados. Esta etapa es muy importante y es en la que los padres deben estar muy pendientes de sus hijos y crear en casa una atmósfera de empatía con sus emociones.

El objetivo es que puedan responder a todas esas preguntas que el pequeño se hace sobre sus padres biológicos e historia pasada.

En el caso de que no muestre interés por hablar abiertamente del tema de la adopción y los padres pueden pensar erróneamente que es algo que no les preocupa, deben preguntarles y hablar con ellos. El que no lo hagan no quiere decir que no lo piensen o les preocupe. Esta es una labor importante de los adoptantes. Si en esta etapa se habla sobre el tema y se genera un clima cálido de comunicación y confianza, se podrá prevenir muchos problemas de crisis de identidad en nuestros hijos adoptados.

Etapa: Periodo de la adolescencia. Periodo de rápidos cambios físicos, hormonales, sociales y psicológicos. Periodo duro para todos los humanos y para un adoptado más. ¿Por qué? Porque comienza a reevaluar la pérdida en términos de identidad: ¿Quién soy? ¿Quién pude haber sido? ¿En quién me estoy convirtiendo?¿Quién sería si no me hubieran adoptado?... Son algunas de las preguntas más frecuentes que se hacen en esta etapa.

4ª etapa: Periodo adulto. En dicha etapa, nos encontramos a dos tipos de adultos; primeramente, está el adulto que, con toda la información que posee, tiene más que suficiente y no necesita más. Por otro lado, está el adulto que aunque ha hablado con sus padres sobre la adopción, desea conocer y saber más sobre su familia de origen y espera llegar a encontrarla.

La meta a la que se desea llegar con cualquier niño adoptado, es que el llegue a aceptar que es adoptado, que un día fue abandonado, no querido por sus padres biológicos y toda su historia -curar la herida del abandono-. Cuando, finalmente, acepta la realidad de su historia, hay un sentimiento de estar completo y de tener raíces.

Texto: María Lourdes Dávila

Publicat a: http://www.elheraldo.com/

Conocemos a una persona por los libros que tiene en su casa.

      La lectura forma parte de nuestra vida y, del mismo modo, parece que nuestra personalidad está intrínsecamente ligada a lo que leemos. El psicólogo inglés Keith Oatley asegura que podemos juzgar a una persona por lo que lee. “Cuando voy a casa de alguien miro los libros que tiene para saber cómo es”, confiesa. Varios de sus experimentos le avalan.
La lectura transforma nuestra personalidad
Como publica The Sunday Times, el psicólogo inglés determina que la literatura, en primera instancia, altera nuestro carácter y emociones. Y con el tiempo, transforma nuestra propia personalidad.
Para demostrarlo registró los hábitos de lectura de 94 personas y posteriormente evaluó su percepción emocional y cognición social. Oatley determinó que los participantes que habían leído más ficción habían sabido diferenciar mejor los aspectos emocionales de diferentes individuos.
La literatura llega a la conciencia del lector
El psicólogo inglés apunta que las personas que leen ficción son más sociables que el resto y adoptan una concepción más exacta de los sentimientos. La escritora Marta Sanz Pastor, autora de Black, black, black (editorial Anagrama) y finalista del premio Nadal en 2006, considera, como Oatley, que estos lectores “pueden desarrollar una sensibilidad más solidaria, son más conscientes de los demás”, apostilla.
La escritora, amparándose en su experiencia, apunta que la literatura no es un medio de comunicación inofensivo. “Tiene una parte que llega a la conciencia del lector y a su confianza”. En este sentido se muestra clara, es consciente del poder y los peligros que tiene la palabra. “Los escritores sabemos que lo que escribimos puede influir en la conciencia del lector y tenemos que asumir nuestras responsabilidades”.
Sanz Pastor hace examen de conciencia e incide en la necesidad de asumir lo que se escribe. “Cuando tomamos la palabra educamos, creemos que tenemos algo que decir pero sin caer en la ingenuidad, no hay que pensar en que lo que escribas va a poder cambiar las conciencias del mundo, no somos sacerdotes visionarios”, aclara.
El lector se siente identificado con el protagonista
A todos nos ha marcado un libro, ha conseguido cambiar nuestra particular percepción de la vida. Tal vez nos ha hecho más sensibles o ha endurecido nuestro carácter. Los escáneres cerebrales demuestran que el lector interioriza los sentimientos y acciones que experimenta un personaje. Por este motivo, Oatley cree que determinados aspectos de nuestra personalidad han sido previamente formados por un libro. “Cuando leemos algo que ha hecho un protagonista nuestro cerebro responde como si nosotros hubiéramos interpretado la misma acción”, asegura.
El lector interioriza los sentimientos que experimenta el personaje
La autora de Black, black, black recuerda que Sigmund Freud ya lo vaticinó. “Dijo que los textos literarios y los personajes despertaban en el lector diferentes acciones como la identificación con el personaje o no querer reconocerte en él”. La escritora cree que los seres humanos, “además de estar construidos por los textos literarios, lo estamos por las noticias, por el miedo a pagar la hipoteca…”. En este sentido es precavida y asegura que hay que otorgar a la lectura el lugar que le corresponde, “ni más ni menos”, matiza.
Oatley hizo un test de personalidad estándar a un grupo de estudiantes antes de que leyeran el cuento La señora del perrito, de Anton Chejov. Su propósito: demostrar su influencia. El resultado fue claro. Todos se mostraron más comprensivos después de la lectura. “El acto solitario de leer un libro es, de hecho, un ejercicio de interacción humana”, concluye.
Leemos lo que más nos conviene
¿Pero realmente leemos lo que nos gusta o nos gusta lo que leemos? Guillermo Souce, doctor en psicología y profesor de la universidad Carlos III de Madrid, explica que nuestras elecciones marcan cómo somos y qué hacemos. “Existe un proceso de selección previa. Nuestra personalidad lleva a que seleccionemos lo que vemos o leemos y a su vez nos influye, es un proceso bidireccional”, especifica.
xiste un proceso de seleccón previa en lo que leemos
¿Sabemos diferenciarlo? “Cada vez se cuestiona más qué es la realidad. Nuestro cerebro selecciona lo que le interesa, modificamos parte de la información y a veces la completamos con lo que leemos”. El profesor apunta a que interpretamos la realidad de manera distinta en función de nuestros referentes sociales y actitudes. “La realidad se ve modificada en función de las cosas que solemos leer o ver”, justifica.
Cuanto más artística es la pieza, más cambia al lector, apunta Oatley. "El hemisferio creativo de nuestro cerebro está relacionado directamente con nuestras emociones, atendemos más a una información que a otra. Si lo que leemos tiene contenido emocional va a cambiarnos más. Es una información que no se nos olvida, lo que nos llega emocionalmente se nos queda pero lo deformaremos e interpretaremos en nuestro propio beneficio”, aclara Souce.

Publicat per: Paula Delgado a www. elconfidencial.com